La historia del azúcar es bastante reciente, teniendo en cuenta la presencia del ser humano en la
Tierra. En la antigüedad, los únicos edulcorantes que se conocían eran la miel o los dátiles.
Alrededor de 500 años antes de Cristo se descubrió la caña de azúcar, cuyo jugo se hizo muy popular. A través de la evaporación del agua, el producto resultante se hizo muy valioso. No fue hasta mediados del siglo XIX que se descubrió la remolacha azucarera, la otra fuente principal de obtención de la sacarosa o azúcar de mesa hoy en día.
Que no se conocieran otros métodos de endulzar, no significaba que no se pudiera disfrutar del sabor dulce. Los azúcares están presentes de manera natural en la naturaleza incluyendo en la leche, los cereales, las frutas y las verduras. El azúcar que se encuentra en estos alimentos es fundamental puesto que se trata del combustible que nuestro cerebro y células necesitan. Sin embargo, es el azúcar que se añade a muchos productos para endulzarlos el que presenta más problemas, puesto que solo añade calorías vacías.
La OMS, la Organización Mundial de la Salud, recomienda no consumir más del 10% de las calorías diarias en forma de azúcares añadidos o azúcares libres ya que un consumo excesivo de azúcar se asocia a ciertas enfermedades como la obesidad, la diabetes o enfermedades coronarias.
Como es de suponer, la principal forma de edulcorar o endulzar es con el azúcar común o de mesa, la sacarosa, aunque existen muchos otros métodos como pueden ser la melaza (compuesto en un 55% de sacarosa), la miel (con un 70% de sacarosa, aproximadamente), el sirope de arce (que puede contener hasta un 95% de sacarosa), el sirope de agave o la panela.
Los edulcorantes sustitutivos del azúcar común o de mesa pueden ser naturales (como los polialcoholes o la stevia) o sintéticos (como el aspartamo, la sacarina, la sucralosa o el ciclamato, entre muchos otros). Estos últimos son muy interesantes desde el punto de vista calórico ya que la mayoría no presentan ninguna caloría. Muchas personas se cuestionan la seguridad de dichos edulcorantes artificiales, sin embargo, no existen estudios concluyentes que prueben un riesgo para la salud humana, aunque un consumo excesivo de muchos de ellos puede tener efectos adversos como molestias intestinales o diarrea.
Para conocer todas las opciones para endulzar nuestra comida, tanto de forma natural como de forma sintética, tanto con calorías como sin ellas, y conocer los últimos edulcorantes en estudio que ya se comercializan en otras partes del mundo (como la fruta del monje, la monatina o la brazeína) y que aún están pendientes de regular en la Unión Europea, sigue navegando por *Edulcorant.es, tu fuente de información sobre los azúcares y otros edulcorantes.